Fecha. D05 de septiembre del 2014
Lugar de celebración. Burgos
Hora. 9:00
La Reina Sofía ha participado como oyente en algunas de las últimas sesiones del XVII Congreso Mundial de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP), al que han asistido a lo largo de toda la semana cerca de 1.700 científicos e investigadores provenientes de todo el mundo.
Su Majestad, ataviada con un traje de lino blanco y camisa roja, ha llegado la Facultad de Económicas de la UBU alrededor de las 11.30 horas, donde ha sido recibida por el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; el rector de la Institución académica, Alfonso Murillo; y el alcalde de la ciudad, Javier Lacalle.
A continuación, Doña Sofía, acreditada como observadora, ha asistido a algunas de las sesiones científicas previstas dentro de la programación de la última jornada del congreso, marcada por la conferencia sobre genética de la investigadora Avelyne Heyer, quien ha destacado la importancia de los análisis de ADN para reconstruir las relaciones entre poblaciones.
En este sentido, ha señalado que el único ‘límite del estudio de ADN es el económico, al menos en Europa’, a la vez que ha explicado que, en el caso de los yacimientos de Atapuerca, estos análisis permitirán conocer mejor la relación de los Neandertales con especies posteriores.
La última jornada del congreso internacional se compone de 20 sesiones, entre las que destacan algunas acerca del estudio del paisaje, el entorno y la relación de los humanos en su hábitat, así como otras sobre el debate existente basado en la capacidad del agua para generar redes sociales y la vinculación de éstas con las actividades económicas en el Paleolítico superior.
Otro de los actos destacados en la última jornada del congreso mundial es la presentación de un adelanto del estudio integral de una tumba colectiva del Neolítico en Monasterio de Rodilla a cargo del profesor de la Universidad de Valladolid Manuel Rojo. El trabajo, considerado el primer estudio integral de este hallazgo, combina diferentes métodos científicos para descubrir la forma y las condiciones de vida de la comunidad enterrada en esta tumba, que se utilizó cerca de un siglo entre, aproximadamente, el 3.700 y 3.600 años a.C.
Los estudios realizados en la tumba han permitido hallar a 49 individuos, entre los que se han podido identificar a diez hombres y doce mujeres de todas las edades, mientras que ha sido imposible la recuperación de más individuos por su estado de conservación.
La mayoría de los individuos identificados en la tumba, que se construyó para albergar a toda la comunidad sin ningún tipo de discriminación, tenían una edad de entre 21 y 40 años y una estatura de 159 centímetros, en el caso de los hombres, y de 150 centímetros, en el de las mujeres.
Los análisis de genética molecular revelan relaciones y vínculos de parentesco entre los individuos e, incluso, en algunos casos se ha podido determinar una posible relación familiar directa, por su colocación en el sepulcro.