1890

El primitivo convento, del que apenas quedan vestigios y que estaría caracterizado por la sencillez de las primeras construcciones franciscanas, fue reemplazado en el siglo XVIII por una nueva construcción dentro del espíritu clasicista. Aparte del claustro, con arcos de medio punto separados por pilastras clásicas, el espacio más notable era la iglesia de una sola nave con crucero ligeramente insinuado. La portada, bastante bien conservada responde plenamente al gusto barroco. Fue edificada por D. Francisco de Villalobos, canónigo capiscol de la Catedral de Osma. El templo gozó de gran devoción en la comarca por conservar entre otras famosas reliquias una parte del hábito de San Francisco.

Tras la desamortización pasó a manos privadas hasta que en 1890 sus ruinas fueron adquiridas por la Comunidad Benedictina del Real Monasterio de Santo Domingo de Silos. Desde el abandono de los franciscanos hasta 1990 la fábrica del convento se utilizó como cantera de material de construcción para numerosas obras, como los dos puentes que conducen a la Yecla o incluso para reparar el ángulo noroeste del propio monasterio benedictino.